La fruta, así debes consumirla para evitar riesgos
Desde que somos pequeños nos han inculcado valores y formas de vivir la vida, desde cómo tratar a las personas a cómo debemos comer. Así, tu madre te habrá explicado que la naranja hay que pelarla, tu padre que una nectarina se come con piel y habrás visto a tu abuelo comer un kiwi directamente con una cuchara.
En los últimos años, los expertos en nutrición han cuestionado los distintos dogmas que hay sobre el consumo de cada fruta. Así, se ha planteado varias veces la pregunta de cómo es mejor la fruta: con piel o sin piel. «Fruta con piel, por supuesto», responde enérgicamente a esta duda Laura Llorente, nutricionista del Centro Aleris, a EL ESPAÑOL.
«La piel aporta mayor cantidad de fibra, lo que ayuda frente estreñimiento y a los problemas digestivos». Del mismo modo, explica que «cuando la piel recibe los rayos de sol hace que la fruta sea más rica en ciertos nutrientes como los carotenoides».
Además, señala que son prebióticas: «Dan de comer a la flora digestiva que viene con nosotros y se asocia a una menor influencia de cáncer de colon y diversos cánceres digestivos».
¿Siempre es seguro comer la piel?
Aunque consumir la fruta con piel tiene numerosos beneficios nutricionales, no todas las pieles son aptas para el consumo sin precauciones. Es fundamental lavar bien las frutas antes de ingerirlas, ya que pueden contener restos de pesticidas, ceras u otros contaminantes que se utilizan en su cultivo y conservación. En algunos casos, como con las manzanas o las peras, es recomendable utilizar un cepillo suave o incluso dejarlas en remojo con una mezcla de agua y vinagre.
Además, frutas como el plátano, la piña o la sandía tienen pieles no comestibles por su dureza o toxicidad, por lo que en estos casos debe evitarse su consumo.
La clave está en conocer bien cada tipo de fruta y aplicar el sentido común para aprovechar al máximo sus propiedades sin comprometer la salud.